
Caminas por un largo viaje de ensueño, un aprendizaje de duros caminos, como es la vida. Nosotros hemos elegido quizás lo que mejor sabemos hacer concienciado de que meterse debajo de un paso por lo menos en Sevilla es un privilegio, estas justo debajo de las imagenes que representan a Jesús y a María. Después también tenemos la satisfacción de tener conciencia de que muchas imagenes son antiguas, tienen su historia, y eso hace que tenga la importancia que cada uno le quiera dar, para mi si es importante.
Recuerdo cuando era pequeño que mi madre me decía que hagas lo hagas en la vida, todo tendrá su precio.
El precio es admitir las criticas, las diferentes opiniones de como va el paso, si va botando, que si la trasera va muerta... Posiblemente algunas veces será verdad, no hay nada perfecto en todos lo casos.
Hay algo que me gustaría decir siempre desde mi sinceridad y mi respeto. Cuando un costalero llega a ser bueno, buena persona, buen compañero, consiguiendo llegar en su caminar debajo de los pasos una trayectoria ejemplar, aveces algunos cuando lo consiguen "todo" se estropea de una manera que sinceramente, se entra en un circulo de que se creen mejor y en algunos de los casos más importante que nadie. Con el respeto que me caracteriza estas actitudes no las comparto y discrepo bastante, para mi si hay alguien importante en las cofradias, es sin lugar a dudas la imagen que llevamos arriba.
Como dije anteriormente indudablemente, un costalero en Sevilla es un privilegio, un orgullo,un sentimiento que tiene su historia en las cofradias, la nobleza, la humildad, el compañerismo... son obviamente los valores que debemos llevar por bandera en nuestra Sevilla Cofradiera.
Hay un cuento que es para aquellos costaleros que creen saberlo todo y quizás les pueda pasar lo mismo que aquel vendedor.
Se trataba de la historia de un viejo vendedor de leche que en su pueblo repartía a bordo de un viejo caballo. Este hombre era avaro, ambicioso y un poco estúpido.
Una tarde, mientras cargaba una pequeña montaña de alfalfa, empezó a pensar en todo el dinero que ahorraría si su caballo no se comiera el montón de pienso como ése mes. Recordó que una vez el medico del pueblo le había aconsejado a su vecino que dejara de fumar. Cuando el paciente se quejó diciendo que era imposible combatir el vicio, el profesional había aconsejado un método de desacondicionamiento. El vecino debía imponerse encender un cigarrillo menos cada día, hasta perder el vicio. Con paciencia y constancia se acostumbraría a dejarlo y aprendería al cabo de unos meses a vivir si fumar.
El lechero creyó que era una excelente idea para su negocio y decidió enseñar a su caballo a vivir sin comer poco a poco. Había calculado que en un año, si se mantenía firme, cada día le quitaría 10 gramos menos de alimento que el día anterior. Un colaborador sin coste.
Un día, por las calles del pueblo se escuchó el rezongo del lechero que hacía su recorrido tirando él mismo de su carro con gran esfuerzo.
¿Y el caballo? preguntaron sus clientes.
Yo le estaba enseñando a vivir sin comer... y justamente ahora que había aprendido se ha muerto.
Pues esto le pasan algunos que se les ha olvidado cual es el camino debajo de los pasos.