Ya la tarde prometía, entre que nos montamos en la Puerta Osario en una furgoneta con un guiri, mi hermano Jesús y "Pedrito el cara niño", aquello ya era un manantial de poesías, arte y buen humor en las calles.
Yo, estaba viendo los balcones de palo como antiguamente, las macetas con sus geranios, los tranvías y los mulos con angarillas, yo es que lo veía todo en sepia . Lo que me esperaba después era un buen vaso de vino con mucho gusto y un buen rato agradadable oliendo ya a madera, a trabajaderas y a compás a sones de Cigarreras.