Cuando paso por el puente se aclara el río y es porque hay un espejo que reclama tu señorío... viva Triana. Triana tiene el sabor de mis días de niño, olor a romero y espliego, a lavanda, jara y juncia, a incienso quemado, a vela derretida, a alcanfor y naftalina de los mantones y corchas guardados de mi Semana Santa, olor a tahona vieja, a aguardiente mañanero, a sudor de costales y a puros de tardes maestrantes... Triana es única, es imaginártela en sepia y es volver a ver pasar mulos con angarillas.
La nostalgia es el sentimiento que aparece cuando echas de menos a un ser, un momento, una vivencia o quizás una imagen... como por ejemplo el Trovador de Sevilla, que con sus poesías enamoraba a toda una ciudad con su pellizco y arte en sus letras dogmáticas.
Los recuerdos están en mi memoria, en mi corazón y en mi alma y es lo que me hace que cada día me sienta orgulloso de mi mismo, y hacen que cada día siga aún más enamorado de los rincones que me vieron nacer y me siguen viendo vivir. Me gusta pasear solo, encontrarme con una poesía que sale sin a penas darte cuenta de una callejuela, de una mirada o simplemente de una imagen, aquí todo es para mi sencillo, tengo el azul cielo perfecto, mi barrio de Triana, las Cofradías y por supuesto mis amigos.
Voy a cerrar los ojos, caminaré sin dejar de andar y llegaré hasta el arrabal histórico, donde la actual calle Pagés del Corro se llamaba Cava, donde una parte de San Jacinto hasta los Remedios era la Cava de los Gitanos, donde desde San Jacinto hasta Chapina era la Cava de los Civiles y porque tu Castilla, Pureza, Tardón y barrio León me tenéis enamorado y porque tu Triana trae loquitos a todos los hombres y somos capaces de bebernos los vientos por ella.
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