EL PUENTE DE BARCAS

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martes, 1 de marzo de 2022

EL PRINCIPIO ES LA PALABRA Y LA PALABRA SE LLAMA TRABAJADERAS



Quien así no quiera verlo, quien así no quiera comprenderlo, que cierre sus ojos ya entornados al resplandor purísimo de la auténtica verdad sevillana, por que aquí en sevilla mamamos desde la cuna la pasión por las cofradías y caminamos por la orilla del guadalquivir bajo el aire del aroma de triana como un alma nueva, sencilla y luminosa, con la que poder caminar por esta sevilla pasional.como cogido de la mano misma de cristo nuestro señor y haciendo de nuestra propia sangre, como soñado pañuelo de levísimos encajes, con que poder consolar el llanto incontenible e inagotable, de la bendita reina de los ángeles y de los hombres.

Hoy vamos a revalidar nuestra condición de auténticos sevillanos y a proclamar a todos los vientos de la rosa, que no existe para nuestro orgullo y satisfacción, título que pueda superar en nobleza y categoría, a ese que nosotros ostentamos como bandera de nuestra fe y como escudo de nuestro sentir: el título de cofrades, el cual estamos y estaremos siempre dispuestos a defender con nuestra vida misma, como solemnemente juramos y protestamos con la mano extendida sobre los santos evangelios, en ese otro momento también repetido anualmente con rigurosa puntualidad, y que supone sin duda, el más deseado, sublime y jubiloso, de nuestra íntima vida cofradiera.

Ya sé que la Semana Santa de Sevilla, no es ni esto ni aquello otro concreto y determinado, ya sé que nuestra semana santa es una especie de consorcio de lo humano con lo divino; del dolor con la alegría; del amor con el sueño; de la vida con la muerte y que sólo puede comprenderse cuando pasada ésta, sorprendemos un cofrade solitario ante el paso de su cristo o de su virgen, en mudo diálogo, donde siempre sobra la palabra. sabiendo traducir el valor de su gesto, su mirada y su lágrima. contemplando la espalda desnuda de un “costalero” anónimo o los pies de un penitente que caminó varias horas bajo el peso de una cruz, o arrastró las pesadas cadenas de su dura penitencia, implorando un favor, o rindiendo tributo de gratitud a una gracia recibida. Esto es Sevilla y aquí tiene todo el mundo su rincón mas secreto

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