EL PUENTE DE BARCAS

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lunes, 5 de septiembre de 2011

DOMINGO 4 DE SEPTIMBRE...UNA MAÑANA EN SAN LORENZO DONDE SOLO ESTABAMOS TU Y YO GRAN PODER















Desde que era pequeño siempre he tenido una sentimiento especial con mi ciudad y con una plazita, donde su amanecer es distinto a otros lugares. El sol y los cantos de los pajaros irrumpen en el silencio de aquel lugar...

Es una estampa que me enamora aún más cada día, porque si hay cosas que me llenan como persona entre ellas está esos momentos donde uno pasea por el centro y andando terminas llegando por calles Conde Barajas, Cantabria, Cardenal Spínola, Martínez Montañés o Eslava... y llegas a un sitio donde Dios apareció una vez y ya nunca se fue, aquel hermoso lugar es sin lugar a dudas la Plaza de San Lorenzo.

Es muy difícil intentar condensar en unas líneas el sentido, los sentimientos y la naturaleza de la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Además de sus indudables valores artísticos e históricos, sus valores devocionales lo han convertido en más que una imagen, es una conmoción que te da el pellizco en el alma... seguramente Juan de Mesa conocia ya a Dios.

Eres tu Gran Poder, el que me escuchas cada día, el que me protege ante todas las cosas, el que en cada oración implantas sobre mi tu Gran Poder Soberano.

Gracias Dios mio, gracias por recibirme como siempre, gracias por ser “El Señor de Sevilla”.

2 comentarios:

  1. Preciosa entrada Abraham!!!!
    Me siento muy identificado con lo que has escrito(entre otras cosas porque soy hermano).
    Enhorabuena por tu blog
    Saludos
    Antonio Sierra

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  2. Bien hablado, amigo mío.
    ¿Qué mal cable se le cruzó en la cabeza a aquel tipo que nos ha alajado un poco más de la piel gastada de Dios?
    Quizás es que su planta impone tanto que subyuga al que arrastra la vida delante de Él sin saber a quien le está hablando...
    Recuerdo una tarde de invierno que estuve con Dios, antes de su última restauración. Creo que fuí uno de los últimos fieles que salió de la Basílica; y esa plaza, como tú bien dices, era la antesala de algo muy grande; algo que se nos escapaba de las manos. Cogí la calle Spinola y sólo me acompañaba el rumor de mis propios pasos. Tenía los ojos llenos de Gran Poder y, cuando llegué a casa, abracé con fuerza a los míos y entonces entendí lo que me dijo el silencio del mismo Dios hecho Hombre en Sevilla.
    IN MANU EJUS POTESTAS ET IMPERIUM

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