Refúgiame paseando en adoquines por callesitas estrechas, donde el sol entra deteniéndose poco a poco el tiempo. Las miradas de los hombres penetran esa carita que tienes. Es esa mirada Padre, aquellos ojos temblorosos de aquel sufrimiento que pasaste, aquella pasión de martirio y de dolor. Jamás podría imaginarmelo, pero yo desde esta trabajadera iré caminando recheando hasta que mi capataz quiera... -no lo pares Maestro, no lo pares, que mis lágrimas hablan por si solas, dale poco a poco más paso a la trasera, que estamos llegando a la gloria!.
Todo amor acude desde la nada, desde lo contrario no es amor... tu tiempo y el mio es el mismo Soberano.
Siempre quiero recordar a todos esos niños que están enfermos y no pueden ir a verte. Porque lo tengo claro desde siempre, es que 'tó' las manos son para ellos y para quererte.
Ya falta poco...
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