EL PUENTE DE BARCAS
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viernes, 4 de febrero de 2011
BENDITOS ATRASADOS...
Esta narración dice mucho de lo que pasa hoy en día en esta sociedad injusta e interesada para muchos.
Bien escrito Antonio, mejor no se puede decir, mas claro el agua...
Dicen que entonces éramos tontos, incluso nos lo decimos ahora nosotros mismos: «¡Qué tontos éramos entonces…, hay que ver lo atrasados que estábamos!» Y lo decimos para comentar nuestra tardía llegada a muchas cosas, tardía y mala. Y es cierto. Cuando hablamos de cómo, dentro de la educación de entonces, nos tenían siempre el pecado como amenaza y a Dios como temible —«Este niño no tiene temor de Dios»—, despotricamos contra aquellas medidas que la religión, en perfecta sintonía con los maestros, puso para tenernos no ya atados sino en constante amenaza del infierno. Fue una canallada castrar de intenciones a tantos chavales cuyo único pecado podía ser, por ejemplo, besar a un niño o a una niña. Imposible sin pecado. Todo era pecado, todo era Dios castigándote, y más si las manos trataban de irse al sitio innombrable, que hasta crearon un lenguaje paralelo para nombrar sin pudor lo que ya estaba nombrado sin escándalo. Pero lejos de aquellas palabras del maestro cuando nos despedía el sábado en la escuela —«…y mañana quiero verles a todos en misa, que se atenga a las consecuencias el que falte»—, y lejos del morbo del confesor pormenorizando en preguntas lo que no le ofrecíamos sino con palabras a medio decir, los chiquillos de entonces sabíamos muchas cosas sin que nos las hubieran enseñado. Estábamos atrasados, es cierto, como lo estaban los educadores. Pero entre tanto atrasado no conocí ni un solo caso de maldad desmesurada como vemos con demasiada frecuencia. Entre tanto castrado no conocí nunca ningún caso de violencia de un niño a una niña; entre tanto analfabeto sexual no conocí nunca a nadie que, en la edad más hermosa por ingenua, planeara llevar a una niña de noche a un apartamento —eso sí que era imposible entonces— o de día a una caseta a las afueras, y tras violarla o tratar de violarla, machacarla a golpes hasta acabar con su vida. Sí, fuimos unos chavales muy atrasados, pero aunque nos hicieron mucho daño con un sistema educativo que no merece respeto, jamás llegamos a la crueldad que llegan hoy muchos. ¿La libertad excesiva? ¿La violencia que rodea a los chavales en Internet y la televisión, mezclados con el ruido que llaman música? ¿Las drogas, la velocidad? No lo sé; quizá todo eso y algo más. Lo ideal sería llegar a tiempo en buenas condiciones. Pero si llegar tarde a tantas cosas fue de chavales atrasados, benditos seamos aquellos atrasados, porque es preferible llegar tarde (y aun mal) a volver pronto muerto o con las manos manchadas de sangre por haber matado a una chiquilla.
(Aunque nos hicieron mucho daño con un sistema educativo que no merece respeto, jamás llegamos a la crueldad que llegan hoy muchos)
Antonio García Barbeito.
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