EL PUENTE DE BARCAS

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viernes, 4 de febrero de 2011

BUEN JARRILLO DE LATA SI SEÑOR


Según la Escritura de ese quinto evangelista colectivo que se llama Sevilla el Verbo se hizo carne y habita en San Lorenzo en la color vieja del Señor, la humilde lata, por estos milagros que sólo en nuestra ciudad por primavera ocurren, se ha tornado plata en este jarrillo, gracias a la generosidad de unos amigos, que no a los méritos de este simple capirotero de la Real, Ilustre, Antigua y Fervorosa Cofradía de la Bulla, hermandad sin más reglas que los ritos, que cada domingo de Ramos estrena sobaduras y se vuelve niña cuando ve el primer nazareno, una hebilla menos, un año más, una nostalgia menos, una tristeza más.

Y la lata del jarrillo del aguaor de la cuadrilla, la que llevaba Rafael el Poeta en la sentina de la caoba antillana del barco carretero del Cristo de la Salud, esa humilde lata, por milagro de Sevilla, se hizo plata: plata de cirial, plata de varal, plata de respiradero; plata de Virgen de los Reyes en la delantera de un palio; plata de vara en el Senatus Populusque Hispalensis de los aires de Roma andaluza; plata de asta de bandera concepcionista con colores de seise; plata de coraza de armao; plata de una soñada Sevilla de plata de bizarrones en una Catedral antigua con Miserere de Eslava, redde mihi laetitia, que vuelva la alegría, porque ya falta menos para que empiece otro año la nostalgia.

Jarrillo de lata de los costaleros del muelle, de costales hechos con cobertores viejos de hambre, tuberculosis y corral, de la cuadrilla de Alfonso Borrero llevando a la mejor gente de la colla, de Manolo Bejarano enseñando a trianear a Sevilla, jarrillo querido, cercano, conocido, jarrillo que alivia la leña que por la Cuesta del Bacalao da la trasera de Los Caballos con Paquito Quesada y con El Carabreva, jarrillo que hace más leve la leña del palio del Dulce Nombre por la calle Capuchinas con aquel viejo patero de Triana que se llamaba Salvador y era el único penitente de Sevilla con macho en el capirote de su voz de hombre bragado...
Antonio Burgos.

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